martes, 12 de febrero de 2013

¿Cuál fue la 'Romanorum vita'?


El pasado 30 de enero se inauguró en León la exposición itinerante Romanorum vita, gracias a la obra social de 'La Caixa'. Su objetivo es mostrarnos "la vida cotidiana de los habitantes de una ciudad del Imperio Romano" a través de pasear por una de sus calles o visitar una domus. Con tales palabras de presentación tenía que ir a verla sí o sí. Los que me conocen saben de sobra que todo lo que tiene que ver con Roma (que es Amor al revés, no lo olvidéis) me vuelve loca, fruto de los nueve meses y medio que pasé en la Ciudad Eterna. Eso no deja de ser un arma de doble filo, ya que mi interés por los temas romanos siempre es elevado pero al mismo tiempo mis expectativas también lo están, por lo que muchas veces éstas no se ven cumplidas. Como en la misma Roma, en ningún sitio... Sin embargo, he de decir que Romanorum vita no está mal; indudablemente estará mejor para aquellos que no hayan paseado ya por Pompeya o Herculano o por los pasillos del Museo Nazionale Romano (ésos tenemos el listón muy alto).




No hay propuestas así todos los días, y eso es lo que debemos reconocerle a la iniciativa de 'La Caixa'. Como se dice en el video explicativo no estamos ante una exposición que te presente los objetos en vitrinas para que los admires, sino que te hace entrar en esa vida romana: verdaderamente estás paseando por una Domus, con sus puertas al tablinum, al triclinium, a los cubicula... "La empatía provoca interés y el interés provoca conocimiento" o, traducido al lenguaje de mi Máster, tiene que haber motivación, algo que en una exposición se traduce en acercar de forma amena el pasado al presente.

Gestado a partir de aportaciones etruscas y griegas, el estilo de vida romano caló hondo entre sus contemporáneos, incluidos los bárbaros que hicieron temblar el Imperio a partir del siglo IV. Muchas de nuestras costumbres de hoy día derivan de la romanorum vita, modificada con el paso de los siglos. 

Normalmente el romano se levantaba con el amanecer, para aprovechar así las horas de luz solar, ya que el sebo para quemar en las lucernas era caro y dejaba manchas en las paredes, además de un olor penetrante. La primera comida del día era el ientaculum o el desayuno, muy frugal, ingerido muchas veces de pie (casi como en la actualidad): solía constar de pan untado o no con sal y ajo, fruta del tiempo, pasas o queso. En la exposición se nos dice que el pan romano era duro y poco apetitoso, y que aquellos más pudientes lo horneaban con miel, con especias, con frutos secos o con vino para hacerlo más rico. El pater familias era visitado en su domus por otros romanos privilegiados para charlar o para hacer negocios, también venían obreros para ofrecer su trabajo, o los poetas y artistas que el romano podía haber tomado bajo su cuidado. También era posible que los pater familias acudiesen al Foro o al Senado, donde se discutían los asuntos de la vida pública de la ciudad.

La imagen pertenece a la serie de HBO 'Roma'. Sí, no deja de ser ficción pero es histórica, además de considerarse bastante fiel en cuanto a ambientación se refiere. Una reunión de los hombres más importantes de la ciudad podía ser muy parecida al fotograma que os muestro.

Mientras tanto, las vías de la urbs romana estaban ocupadas durante todo el día: mercaderes, embaucadores, transportistas, esclavos acarreando las literas de sus señores (el transporte favorito de los más pudientes), etc. Los comerciantes ofrecían sus productos en las tabernae, normalmente en la parte baja de las insulae (edificios de varios pisos), las cuales estaban decoradas con alguna insigna que recordase al producto que ofrecían. A mí me encantan las que se conservan en los Mercados de Trajano en Roma, una visita totalmente recomendable porque te hace un repaso no sólo por los mercados sino por todos los Foros Imperiales (Augusto, Nerva...).

El comercio fue una de las actividades que más engrandeció a Roma: las provincias se especializaron en la producción o fabricación de diversos productos. Éstos viajaban por tierra o por mar a las ciudades, donde se comerciaba con ellos. Al ser muchos de procedencia agrícola no han dejado excesivos restos arqueológicos en las ánforas que los transporaban; sin embargo, se han encontrado testimonios de vino, de aceite o de garum, una salsa de pescado fermentado. Es célebre el caso del Monte Testaccio en Roma, compuesto por las ánforas rotas que los mercaderes tiraban y que han demostrado contener aceite procedente de la Bética, esto es, el sur de Hispania.

He encontrado dos imágenes de tabernae que me han fascinado. Ambas son relieves funerarios (forman parte de sarcófagos) y se encuentan en el Museo Ostiente (Ostia, Lazio). La primera es un puesto de verduras. Me parece sorprendente el intento de captar las diversas vistas: las patas de la mesa están de frente mientras que la mesa se ve desde arriba, al igual que sucede con algunos cestos: unos los vemos de pie mientras que el de la derecha parece ofrecernos su contenido. El otro es un negocio de animales, regentado por una mujer, que entrega algo a un cliente. El mostrador parecen ser jaulas, con cabezas de aves y de conejos asomando entre las varillas. Dos hombres a la izquierda parece discutir sobre los animales colgados que tienen justo al lado (quizás estén cerrando una transacción). Lo más curioso son las dos figuras que aparecen a la derecha del todo, justo encima de la jaula de los conejos... ¡son dos monos! Sin duda, una forma muy hábil de atraer atención y aumentar los clientes.



A mediodía llegaba el prandium (que sin duda ha derivado en el pranzo que aún podemos saborear en Italia): para muchos era la única comida del día y constaba de pan, verduras, carne fría y vino. Los romanos de alta cuna comían en cantidades moderadas, reservándose para una cena copiosa. Otros llevaban a cabo este prandium en las thermopolia, un antecedente de los restaurantes: ofrecían comida recién preparada para aquellos que no podían cocinarla en casa, normalmente trabajdores, comerciantes... Una de las mejor conservadas es el Termopolio de Vetutius Placidus, en Pompeya: posee el clásico mostrador en piedra con agujeros y un fresco mural, en el que se muestra al Genio del patrón (el protector, por así decirlo) rodeado por los Lares y por Mercurio y Dioniso. En la expo de La Caixa deciden "homenajear" este famoso recinto.

A la izquierda, una captura del recorrido virtual de Romanorum Vita; a la derecha una fotografía de la Termopoli de Pompeya. En la reconstrucción podemos ver las ánforas insertadas con tapas, la comida expuesta e incluso una copia del fresco pompeyano.

Después de comer llegaba el descanso, coincidiendo con las horas de máximo calor: era nada más y nada menos que la siesta, bautizada así por la hora en que se llevaba a cabo: la hora sexta. Después de ella algunos debían volver a sus obligaciones mientras que otros podían disfrutar de las termas, que abrían al mediodía y cerraban al atardecer. Las termas son unos de los ejemplos más célebres de la arquitectura romana. A ellas acudían los romanos para bañarse, por motivos de higiene o simplemente para relajarse. Desde el siglo II a.C. las mujeres pudieron entrar a zonas separadas de los hombres o en todo caso en horarios diferentes. Sin duda fue una de las costumbres más enraizadas entre la sociedad romana debido a la alta calidad de las instalaciones y los servicios: contaban con ediles que vigilaban la temperatura del agua o cuidaban la higiene, además de vigilantes de guardarropa, masajistas, encargados de ungüentos y depilación... Vamos, todo un spa.

Con la caída del sol en torno a la hora IX o X llegaba la tranquilidad a las calles. En época romana la división del día era la misma independientemente de las horas de sol; así, en invierno una "hora" podía durar 45 minutos y en verano 75, para amoldarse siempre al mismo ritmo diario. La hora IX o nona era el momento de la cena, la comida a la que dedicaban más tiempo al día gracias a la comissatio o sobremesa posterior. Se componía de verduras como entrante (gustatio), bien en ensalada o a la plancha, para pasar al plato principal (prima mensa), carnes asadas y aromatizadas o pescados de temporada, generalmente con habas, coles y otros productos como acompañamiento. Tras esto venía el postre (seconda mensa) compuesto por frutas acompañadas de vino y otros manjares. Los romanos comían hasta hartarse durante la cena y reservaban el vino para la conversación ya que, al fin y al cabo, in vino veritas. En ocasiones especiales se podía acompañar esta charla de música y danzas.

Los romanos se tendían sobre los klinai o divanes para disfrutar de la comida y de los espectáculos, apoyándose en uno de sus brazos, como vemos en el fresco pompeyano de la izquierda. A colación os presento otra imagen que de buenas a primeras no tiene nada que ver: la Última cena de San Apolinar Nuevo (Rávena), un mosaico del siglo VI. Cristo y los Apóstoles aparecen recostados, al modo romano, con dos peces sobre la mesa que en proporción asustan bastante.


Las conversaciones se alargan, a veces incluso hasta la madrugada, momento en el que toca retirarse a dormir. La noche era peligrosa en las ciudades romanas, sin apenas iluminación, por lo que el que recorría las calles se enfrentaba a ladrones o sicarios. Era el momento de echar el cerrojo y esperar al amanecer. No obstante, Julio César determinó que el tráfico con carros era muy peligroso durante el día y obligó a que se llevara a cabo a partir del anochecer (sólo podían circular de día los carros de triunfos o vinculados a ritos solemnes). A partir de ese momento el traqueteo de las ruedas sobre las piedras rompía la tranquilidad nocturna.

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Hasta aquí un día en la romanorum vita. Como siempre me dejo muchas cosas en el tintero pero no es problema, lo considero combustible para futuras entradas; creo que la expo se merece una segunda parte dedicada a las viviendas romanas.

Si queréis saber más sobre la exposición que puede verse en León hasta el 18 de marzo, pincha aquí.

Para ver cómo se dividía el día de un patricio romano, te recomiendo este timeline.

Y para terminar, os recomiendo hasta banda sonora: la de la intro de 'Roma', una gozada. Podéis haceros a la idea de lo que era pasear por sus calles... aunque falten los olores, claro.



Et ego Geloira.

1 comentario:

  1. Nos ponemos en contacto contigo para presentarte el proyecto Romanorum Vita, de Obra Social “la Caixa”.
    Romanorum Vita es un proyecto sobre la vida cotidiana de los romanos. Incluye una exposición itinerante que el próximo 30 de Enero llega a León, y un blog con recursos y propuestas interactivas para todos los públicos.
    Nos gustaría enviarte información de este proyecto y animarte a colaborar con nosotros.
    Si estás interesado en recibir nuestras comunicaciones tan sólo debes enviarnos un email a info@romanorumvita.com con un "sí" por respuesta. Desde el momento en que tengamos tu autorización, te enviaremos información y noticias alrededor del proyecto.
    Muchas gracias por tu colaboración.
    ¡Te esperamos en Romanorum Vita!

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