Sí,
no os sorprendáis: recupero el blog. Lo abrí con una idea en mi cabeza:
explayarme en aquello que el endiablado Máster que estoy haciendo no me
permitiría. Y mirad, al final Satanás, convertido en unidades didácticas,
informes y otras lindezas, me comió la tostada. Pero nunca es tarde. Hoy os voy
a hablar de una forma de representar el mundo durante la época medieval
(mezclar apuntes de Geografía, Historia y Arte es lo que trae: ¡pum! Se
convirtieron en Chocapic).
¿Qué
son los mapas de T en O?
De
primeras su nombre sorprende; podría responder perfectamente a su forma: una T
dentro de una O. ¿Sencillo, verdad? En realidad, la expresión “T en O” (T and O
maps, o T-O maps en inglés) corresponde a Orbis Terrarum, que significa
mundo.
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Mapa T-O extraído de unas Etimologías del XII. |
El
origen de esta concepción de la superficie terrestre se remonta a la Alta Edad
Media, en torno a los siglos VII y VIII. La carga teológica de los mapas
T en O, como os podéis imaginar, es muy significativa. Este tipo de
representaciones no alude a una visión real sino que están al servicio del
simbolismo. Es justo preguntarse por qué, si el saber geográfico no estaba
precisamente poco avanzado, se llevaban a cabo este tipo de mapas erróneos. La
respuesta es que estas visiones geográficas se decantan por la captación de un contenido
simbólico, que en este caso es de índole teológica, sin interesarse por la
exactitud cartográfica.
San
Isidoro de Sevilla, el sabio hispanovisigodo, fue el primero en describir
este tipo de mapas, así que podríamos decir hoy en día que ostenta su copyright
(en realidad tiene el copyright de muchas cosas). En las
Etimologías dedica el Libro XIV a La tierra y sus partes, y en el
segundo apartado nos deleita con una descripción del Orbe:
Se denomina Orbe por la redondez de su círculo, porque es semejante a una rueda […]. El océano la rodea por todos los lados, limitando sus confines como en un círculo.
¡Vaya!
Eso de que la Tierra era redonda se decía tiempo antes que Galileo. Perdón por
el chiste.
El orbe está dividido en tres partes, una de las cuales se denomina Asia, otra Europa, y la tercera, África. Los antiguos no dividieron de manera homogénea estas tres partes del orbe, ya que Asia, por el Oriente, se extiende desde el mediodía (SUR) hasta el septentrión (NORTE); Europa, por su parte, desde el septentrión hasta el occidente (OESTE); y África, en fin, desde occidente hasta el mediodía.
En
algunas versiones, el nombre de África es sustituido por Libia. Vemos cómo el
santo se afana en dejarnos claro este reparto desigual de tierras. Añado
aclaraciones entre paréntesis para que nadie se pierda.
De donde se desprende con toda evidencia que una mitad del orbe la ocupan dos partes -Europa y África-, mientras que la otra mitad la ocupa Asia sola. Pero aquellas dos primeras partes se han dividido así porque entre ambas, y procedente del océano, se interpone el Gran Mar que las separa.
De
nuevo San Isidoro reitera la predominancia de Asia. Asimismo, nos habla del
Gran Mar entre Europa y África: se refiere al Mar Mediterráneo, al cual solía
llamar Mare Magnum.
Resumiendo: si el orbe se divide en dos mitades – Oriente y Occidente – en una de ellas se encontraría Asia, y en la otra, Europa y África.
Bueno,
creo que a estas alturas nos ha tenido que quedar claro a todos.
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Imagen del mundus en el Códice Vigilano. |
Intentado
emular a las Etimologías, el teólogo alemán Rábano Mauro escribió
De universo, en torno al 842. En esta obra alude a la visión del mundo
de T en O introduciendo una novedad bíblica: cada división de la Tierra
se corresponde con uno de los tres hijos de Noé, los cuales se la repartieron
tras el diluvio universal. Sem recibió Asia, sin duda la mejor parte de la
herencia (dobla los territorios de sus hermanos); a Cam se le entregó África y
Jafet se quedó con Europa. Precisamente uno de los mapas de T en O más curiosos
se encuentra relacionado con la escena veterotestamentaria de Noé y sus hijos: pertenece
al Códice Albeldense o Vigilano, del 976, e ilustra la mencionada descripción
de las Etimologías. El orbe se encuentra rodeado por el mar y los tres
continentes se hallan separados por los ríos principales, mientras se da
protagonismo al Mar Rojo.
Las
representaciones de los Mapas de T en O se conocen también como mapas beatos,
dado que fue en los Comentarios del Apocalipsis de Beato de Liébana
donde se prodigaron. Beato fue un monje que vivió en el monasterio de
Liébana allá por el siglo VIII y que escribió (y recopiló, todo sea dicho) los
mencionados comentarios. El propio Beato dibujó de su mano un mapa de T en O
que, como es lógico, no se conserva. No obstante la obra de Beato popularizó
este tipo de mapas, ya que a partir del siglo X en sus ediciones miniadas
(mal llamadas “Beatos”, pero eso es otra historia), aparece casi siempre esta
peculiar representación del Orbis Terrarum.
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Barriendo para casa: mapa de T en O ya ovalado, perteneciente al Beato de Fernando I y Sancha, reyes de León. |
Con
el tiempo los mapas de T en O cambiaron de forma, pasando del círculo al óvalo
o elipse. En un principio se incorporaron pocas indicaciones topográficas, las
cuales no siempre estaban en el lugar correcto, y los dibujos eran inexistentes
o aparecían muy poco. En esta línea se encuentran muchos mapas de T en O en
beatos, de forma ovalada, con pocos nombres, formas esquemáticas y alguna
representación figurada, como Adán y Eva en el Paraíso (siempre al
Oriente) y la ciudad de Jerusalén. Tirando a lo cercano podemos citar el
Beato de Madrid, comisionado en 1047 por los reyes leoneses Fernando y
Sancha (sí, el nombre confunde), pero hay muchos más: el Beato de Burgo de Osma, de Turín, de Saint Sever de París…
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Criaturas monstruosas al Mediodía (Salterio de Westminster). |
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Monocero o unicornio en el Mapa de Hereford. |
Poco
a poco estos mapas, perteneciesen a Beatos o no, se fueron enriqueciendo:
aparecieron más nombres e imágenes, muchas veces aludiendo a aspectos
fantásticos, desde caníbales hasta monóceros (unicornios), cinocéfalos
(hombres con cara de perro), sirenas, acéfalos (hombres sin cabeza, con el
rostro normalmente en el pecho), monstruos como Caribdis o Scylla… Ejemplos
fascinantes de este tipo son el Mapa de la Catedral de Hereford, que bien merece su propio post, o el Mapamundi del Salterio de Westminster; ambos son de finales del siglo XIII.
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Orbis Terrarum de M. V. Agrippa. |
Volvamos
por un momento a la expresión Orbis Terrarum. Su origen es romano (por
si el latín no nos daba una pista) y literalmente significa “círculo de la
tierra”. Marco
Vipsanio Agripa utilizó esta expresión mientras escribía De Architectura, obra que se terminó
en torno al 20 a.C. En este libro Agripa dibujó un mapamundi mucho más
simbólico y menos real que los realizados por los griegos pocos siglos antes.
El resultado fue grabado en piedra y mostrado en la Via Lata (actual Via del
Corso, ya era el centro de aquéllas…). Como suele suceder en estos casos el
mapa original se ha perdido y tenemos que recurrir a reconstrucciones
posteriores. Lo curioso viene al comprobar lo similar que resulta la imagen
de Agripa con los mapas de T en O, con sus tres continentes separados
prácticamente de la misma forma. Recurriendo a lo que sé, que no es mucho,
no sabría decir si la obra de Agripa pudo influenciar a la concepción de estos
mapas; no es descabellado pensar que San Isidoro la conociese en
formato textual. Sin embargo veo más probable que las imágenes que nos han
llegado del mapa Agripa se hayan imbuido durante siglos de la concepción de T en O y se
modificaran, amalgamando las dos tradiciones.
Con
los avances geográficos de los siglos XIV y XV y sobre todo los
descubrimientos de éste último este tipo de visiones quedaron obsoletas,
quedando como testimonio de una época en la que lo símbolo era fundamental.
Como
veis, me he explayado de lo lindo con estas representaciones, pues siempre me
han parecido llamativas. Muchas cosas se me han quedado en el tintero, ya que
buscando información de un tema de repente me aparecían otros datos que al
instante llamaban mi atención, pero desde luego no puedo meter todo en un solo post.
Me lo reservaré para futuras ediciones…
Et
ego Geloira.
Hemos tenido que esperar pacientemente por tu vuelta, pero la espera ha merecido la pena. Nunca hay que irse a la cama sin saber algo nuevo, y hoy tu has satisfecho ese pequeño placer de la vida con un tema no tan conocido, pero muy interesante.
ResponderEliminarSigue escribiendo, por favor :)
Un beso
Nunca dejes de escribir Elvira porque lo haces genial.
ResponderEliminarMadre mía, una explicación magistral!
ResponderEliminarMe ha encantado!
Un besito!
Genial artículo, buen regreso.
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